Hace 20 años me encontraba aún sentado en mi cómodo escritorio en la administración pública trabajando en la planificación territorial de una región más grande que algunos países europeos, la región de Magallanes en la Patagonia Chilena. Mi pasión por la naturaleza se forjo ahí, en el fin del mundo, de la mano de amigos y colegas en paseos familiares o excursiones de monitoreo y fiscalización a lugares de una belleza inimaginable.

Magallanes es un paraíso en el confín del mundo, ecosistemas con importantes fragilidades ecológicas y una formidable biodiversidad que me harían dudar profundamente respecto de las decisiones de planificación que se implementaban al alero de las normas establecidas.
Finalmente, en un acto de valentía renuncie a mi carrera profesional en la administración pública y me embarque en la aventura del conocimiento volviendo a ser un simple estudiante, buscando respuestas a esas preguntas que me apremiaban, como conservar los valores naturales de mi querida Patagonia, esa naturaleza que había aprendido a amar y respetar y que a veces veía destruida por la acción humana a pesar de todas las buenas intenciones.

Así comencé un derrotero que me alejaría de la planificación por casi dos décadas, una larga jornada a través de las disciplinas que había admirado con devoción, como la ecología del paisaje, la teledetección, los sistemas de información geográfica, la ecología urbana y la ciencia de los servicios ecosistémicos, donde finalmente me arrimaría con pasión.

Jamás pensé que la decisión de venir a Europa a hacer un doctorado se transformaría en una segunda carrera para mí, distinta del ámbito y formación profesional original. La jornada fue también mucho más larga de lo esperado, incluyendo un doctorado, un postdoctorado y un segundo doctorado[1] para el grado de profesor en ecología urbana. Me tomo tiempo dejar de sentirme un “planer” para sentirme un científico en propiedad, convicción que se la debo a mis extraordinarios mentores.
Y nunca pensé que me tocaría participar de manera tan activa en una iniciativa internacional tan formidable como el reporte de IPBES sobre ordenamiento territorial y conectividad ecológica que acaba de ser oficialmente anunciado. Este reporte contara con la participación de un selectísimo grupo de más de 75 expertos internacionales de alto nivel quienes tendrán la misión de recolectar evidencia científica e informar sobre el estado del arte respecto de la integración entre ordenamiento territorial y conectividad ecológica, con especial énfasis en las consideraciones necesarias para la consecución de los acuerdos internacionales referidos a las metas 1, 2 y 3 del acuerdo de Kunming-Montreal, centradas en la planificación y gestión de áreas, la restauración de ecosistemas degradados y la conservación de la biodiversidad, respectivamente.
Desde el punto de vista personal, el reporte IPBES viene a ser un espacio de reflexión académica y profesional que me da la oportunidad de fusionar estos dos mundos que para mí han sido paralelos, el mundo de la planificación, el ordenamiento territorial y el mundo de la ciencia, la biodiversidad y los servicios ecosistémicos.
El reporte de IPBES tiene el objetivo de cimentar las bases de una articulación de la sociedad con la naturaleza en el espacio que respete sus valores y los preserve para las generaciones futuras, un nuevo contrato que incluya los valores ecológicos en la planificación de formas que hasta ahora han permanecido marginales en los paradigmas de desarrollo imperantes. Una forma de ser y estar en la naturaleza sobre evidencia científica, respeto por el conocimiento indígena y por la naturaleza humana y sus formas particulares de interacción con los ecosistemas y que sustentan nuestro bienestar.

Tengo la convicción que, desde el punto de vista científico, las bases conceptuales y operacionales están echadas. También parece que el momentum necesario para la inclusión transversal de la biodiversidad y los servicios ecosistémicos en el ordenamiento territorial existe. Habrá que romper silos disciplinares y convencer sectores acostumbrados a trabajar de manera paralela, la tarea será ardua, pero las convicciones son poderosas: sin biodiversidad y servicios ecosistémicos provenientes de ecosistemas sanos no hay futuro sostenible. Contamos con el apoyo de todos aquellos que comparten nuestro amor por la naturaleza, una que interactúa con nosotros en un marco de conocimiento, amor y respeto.
Pues no se puede amar lo que no se conoce.
[1] La habilitacion en Alemania es un proceso similar al del doctorado, aunque más exigente, complejo y autónomo, que es el requisito para obtener el grado académico de profesor y que incluye nada menos que otra tesis, entre varios otros requisitos.